renuevo

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viernes, 15 de enero de 2010

A pocos días de la verdad

Pues bien a dos días de las nuevas elecciones presidenciales, muchos se ha dicho a estas alturas, sin embargo pese a los claros bandos de poder que gobiernan nuestro país, y de las posturas remarcadas del votante, me quiero quedar con el pensamiento que emana del joven común; este joven carente de cultura cívica que en su cotidianidad no existe el término participación, el joven que dice : “y pa` que me voy a inscribir si la weá no va a cambiar”…

He hablado con muchos amigos respecto a las elecciones; jóvenes igualmente pero que tienen una voz, que se apoyan en un pensamiento y que en algunos casos los ampara un partido y una manera de pensar, pues bien tengo una teoría frente a eso: hay dos tipos de jóvenes; los que ven como pasa la historia frente a sus narices y no hacen nada por participar y menos por cambiarla, y el joven que desde pequeño ha tenido iniciativa, algo que decir, y una postura critica frente al acontecer. Es bastante triste ver que algunas personas “han sacado las garras de su personalidad” pero por medio de las famosas redes sociales; que los cobijan que les dan un plus que antes no tenían.

Nuestros padres y abuelos fueron victimas de una historia cruda, una dictadura y un despertar frío y sombrío que duró años, a ellos se les pisoteo, se les pasó a llevar en todos los sentidos, yo me pregunto… ¿por que si ahora tenemos tantas facilidades no se hace lo que se tiene que hacer?, ¿estamos frente a una generación de parásitos que no advierten lo que acontece a sus espaldas?, son cuestionamientos crudos pero un remesón de estas características no es del todo eficaz.

Respecto de los dos polos que podrían gobernarnos; por un lado la hedionda derecha con hedor a momia, que se hace llamar “popular” con un líder que deja bastante que desear y por otro lado la alicaída concertación ya confusa y triste, con un cartel de corrupción del porte de las mismas gigantografías que colocan en nuestras calles, pienso que a estas alturas el joven si está confundido, claro, si tiene dos panoramas deleznables, sin embargo, no es suficiente esa escusa para no ser participe de una voz. En este panorama que deja bastante que desear, sólo me queda pensar que la gente que vota por el menos malo, solo pierde su tiempo, frente a los acontecimientos de años de democracia o como lo denomino yo “dictablanda” es necesario un remesón, así talvez el joven perdido en esta nebulosa tenga claro el escenario que nos atañe, respecto a esto solo me queda un único consejo: sea cual sea el resultado, siempre hay que tener una postura crítica frente a lo que ocurre.

Por Felipe Arcos

jueves, 14 de enero de 2010

"noche de Agosto"


Noche de agosto

La luna mira solitaria al balcón,

Y los gatos correrán,

En un segundo

Las estrellas ya no sabrán jamás,

Del amanecer


Tocando melodías

Las calles solitarias

Las ventanas del ayer,

Saltando reflejos,

Mirando sonidos,

Duerme el amanecer…


Juegos de niños,

Siento sonidos

De un verdadero amor,

Ronroneos de color,

Caricias claras,

Miradas puras

Es un canto de pasión,

Y los cielos llorarán..


Tocando melodías

Las calles solitarias

Las ventanazas del ayer,

Saltando reflejos,

Mirando sonidos,

Duerme el amanecer….

miércoles, 13 de enero de 2010

Crónica de un desfalco


Caminando por la gélida noche capitalina, siento los ruidos de la locomoción, una gota que cae en un Ciprés presurosa acaricia mi muñeca, me acerco a la vereda central alzo la vista en cuarenta y cinco grados en dirección al oriente para ver el gran reloj, evidentemente es ya de medianoche. Tranquilamente introduzco mi mano derecha en el bolsillo trasero de mi pantalón en donde guardo celosamente el último cigarrillo de la cajetilla que me compre el martes pasado.

Un par de cuadras ya recorridas me van internando en un nuevo mundo para mí, las luces incandescentes poco se parecían a los pobres focos de mi taller, el aire ya es mas denso; se mezclan concentraciones de cigarrillo, ron añejado, y por mi lado derecho una pestilencia repulsiva, un ente de ropas obscuras, zapatillas al parecer talla cuarenta y dos y medio yace botado manchado de vómito sin importar que a media cuadra hay una patrulla de policía.

Ya transcurrido este hecho apuro mis zancadas, paso ligeramente junto a unas terrazas, frente mío un grupo de gente, todos de aspecto poco amigable, muchos de ellos vestidos con ropa deportivas, sus rostros eran parecidos; aros, cadenas, gorros deportivos y uno que otro corte me mostraban un cuadro que yo jamás quisiera comprar, sus miradas se alzaban ávidas de un lugar a otro escrutando el lugar mas propicio para llevar a cabo sus siniestras intenciones, y al notar mi presencia me examinan y me señalan cual fiera acecha a su próxima presa, sin embargo, yo no me dejé amedrentar, en un instante estos tipos se encontraban alrededor mío, mis manos temblaban, sabia que algo malo iba a ocurrir, no tenia nada de valor, no obstante, introduzco mi mano presuroso para cerciorarme de que mis valiosos documentos estuvieran en su lugar, para mi desgracia, mis documentos ya no estaban, sin pensarlo dos veces seguí a estos individuos, me habían robado.

Los tipos ya me han sacado varios metros de ventaja, doblo en la esquina en dirección hacia mi derecha, la persona que yacía en el suelo hace algunos minutos ya no estaba, apurando cada vez mas mi marcha, me percato de que uno de los tipos entra a un lugar concurrido, me acerco cada vez mas, mi corazón late muy fuerte, por fin entrando al lugar, un tipo, de un metro noventa y cinco aproximadamente, me miró con asombro, no le dí importancia e ingresé, el pasillo era estrecho, el aire era mucho más pesado que afuera, el piso estaba húmedo con residuos de alcohol, el olor a cigarrillo era insoportable, incluso para mi, que soy fumador empedernido, pero sin duda lo más desagradable era el sonido que emitían unas cajas de un metro veinte por un metro diez, aproximadamente este retumbo, que no se le puede llamar música, hacía vibrar mi pecho con un vaivén, al mismo tiempo que la muchedumbre danzaba en una especie de movimiento que me evocaba un rito de apareamiento, las luces provenían desde lo alto del lugar, y eran de variadas tonalidades, incluso, de vez en cuando, se prendía un foco y apagaba fugaz y velozmente, era espantoso, evidentemente los tipos que me asaltaron ya no estaban, decidí salir.

Una vez afuera de este laberinto, decido caminar a la vereda principal, con una cuota de desilusión e impotencia me alejo de este antro, elevo mi mirada cuarenta y cinco grados, veo el gran reloj, son las una y media de la mañana, los documentos necesarios para la publicación de mi primer libro ya son historia.